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Encuesta a la literatura argentina contemporánea

ZANETTI, Susana (dir.) Encuesta a la literatura argentina contemporánea, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1982.

Published onFeb 27, 2022
Encuesta a la literatura argentina contemporánea
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Encuesta a la literatura argentina contemporánea, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1982.

Centro Editor de América Latina, 1982.

  1. ¿Cómo comenzó a escribir? ¿Cómo se publicó su primer libro? ¿Cómo recuerda usted hoy ese período?

Desde que empecé a leer quise ser un escritor pero entré realmente en la literatura a los 16 años. En 1957 roe puse a escribir un Diario, que todavía sigo escribiendo y que ha crecido de un modo un poco monstruoso. Ese Diario es la literatura para mí, quiero decir que ahí está, antes que nada, la historia de mi relación con el lenguaje. Yo escribía para tratar de saber qué era escribir: en eso (sólo en eso) ya era un escritor, es decir, alguien que escribe para averiguar qué es la literatura. Esos cuadernos eran, y lo siguen siendo, el laboratorio de la escritura: escribía continuamente y sobre cualquier cosa y de ese modo aprendía a escribir o al menos aprendía a reconocer lo arduo que puede ser escribir. Por lo demás yo me inventaba una vida, hacía ficción y ese Diario era una especie de novela: nada de lo que está escrito ahí sucedió de esa manera.

En noviembre de 1961 escribí mi primer relato, "La honda", que está incluido en La invasión. Con "Mi amigo" gané, en 1962, junto con Briante, Gettino y Rozenmacher, el concurso de cuentos de El Escarabajo de Oro y así publiqué por primera vez. Cuando terminé de escribir los relatos de La invasión lo mandé al premio Casa de las Américas y obtuve una primera mención. El libro se editó en La Habana en 1967. Enseguida lo publicó Jorge Alvarez. Si uno compara ese período con el actual no puede menos que recordarlo con nostalgia: se podía publicar con relativa facilidad, lo que si bien no mejora la literatura ayuda a difundirla.

  1. ¿Cuál fue el clima intelectual de su casa y su infancia? ¿Se apoyó o se desalentó su inclinación literaria, Escuela, educación formal e informal en la adolescencia, los grupos y las amistades literarias; autores1 decisivos en su formación literaria. ¿Recuerda algo que pudiera denominarse ¨episodio de iniciación literaria¨?

¿Cómo se forma un escritor? Cuestión compleja. La ausencia casi total de literatura que hubo en mi infancia fue sin duda lo que hizo de mí un escritor (al menos hizo de mí el escritor que soy). En mi casa se decía que mi abuelo materno (Emilio Renzi) escribía bien. ¿Qué se habrá querido decir con eso? Se sabía que en su vida había existido una tragedia: casado con una cantante de ópera (todo eso sucedía en Turín a comienzos de siglo) la mujer se había suicidado. De esa historia quedaron unas cartas que yo no pa día leer porque estaban escritas en piamontés. Mi abuelo murió cuando yo tenía cuatro años. Supongo que a él le hubiera gustado que yo fuera escritor (para contar la historia del suicidio de la cantante). El resto de mi familia prefería que yo estudiara ingeniería. No era un mal destino (Musil era ingeniero) pero me resistí. Me fui a estudiar Historia en La Plata porque quería convertirme en escritor y pensaba (con razón) que si estudiaba letras me iba a costar seguir interesado en literatura.

Mi amistad literaria más decisiva fue la que mantuve con Steve Rattlif, un inglés, que en realidad no era inglés sino canadiense, que vivía en Mar del Plata y al que yo conocí jugando al ajedrez. Empezó a prestarme libros de Faulkner, de Ford Maddox Ford, de Robert Lowell. Tenía sus teorías, que no estaban nada mal, y se reía de Gide, de Hamsun, de Pár Lagervist y de los escritores que circulaban en aquel tiempo. La literatura norteamericana es toda la literatura universal en un solo idioma, me decía. Estaba citando a Borges, pero yo en esa época no me daba cuenta. El fue quien leyó mis primeros relatos y leyó todas mis cosas, hasta que murió de cirrosis alcohólica hace dos años. Nunca escribió una línea (creo), Peo jamás conocí a nadie que tuviera un talento literario tan refinado Gracias a él conocí a Martínez Estrada, que fue el primer escritor al que vi personalmente. Yo estaba en quinto año del secundario y Martínez Estrada vino a Mar del Plata donde tenía parientes. Fuimos a vi: sitario y me impresionó verlo tan enfermo y tan frágil, se sostenía de las paredes con la palma de la mano para caminar. Se conversó mucho, toda una tarde, pero yo sólo recuerdo nítidamente una frase: "La Argentina se tiene que hundir. Se tiene que hundir y desaparecer, no hay que hacer nada para salvarla, si lo merece volverá a reaparecer y si no lo merece es mejor que se pierda". Era en 1959. Después él y Rattlif se pusieron a hablar de Melville y de Hilario Ascasubi.

  1. ¿Cómo trabaja? ¿Hace planes, esquemas? ¿Lee a otros autores en los períodos en que está trabajando en una obra propia? ¿Cuándo y cómo corrige? ¿Lee alguien sus textos antes de que ingresen en el proceso de publicación? ¿Escribe de manera regular o por épocas?

Hago planes y esquemas sobre todo cuando no estoy escribiendo. En general nunca los uso después. Me gustaría publicarlos alguna vez (o escribir un relato que tuviera esa forma): son anotaciones enigmáticas, fragmentos de anécdotas, cronologías, diálogos, frases aisladas. En realidad son un modo particular de escritura, una forma que tiene su propia vida. Leo, por supuesto, mientras escribo, pero si tengo que pensar en un texto ligado a la escritura tengo que nombrar el Diario de Kafka: ese es un libro que sólo leo cuando estoy escribiendo.

Escribir es sobre todo corregir, no creo que se pueda separar una cosa de otra. De todos modos cuando el texto está terminado hay un trabajo de corrección que es bastante singular. Uno hace el esfuerzo de ponerse en el lugar de una especie de lector perfecto, capaz de detectar todas las fallas y los nudos del texto y trata de leer lo que ha escrito como si fuera de otro. En este sentido la corrección es una lectura utópica, que nunca tiene fin: tan utópica y tan interminable como la escritura misma.

Trato de escribir de manera regular pero eso funciona por épocas. Cierta disciplina de trabajo ha sido fundamental en mi formación como escritor. Joyce insistía, de un modo un poco maniático, en que había empleado 20.000 horas para escribir Ulíses. Sería ridículo pensar que 20.000 horas de trabajo aseguran la escritura de un libro como Ulíses, pero a la vez hay que decir que ese tiempo está en la textura del libro y eso es (también) lo que leemos al leer esa novela.

  1. Se dice que todo escritor tiene sus temas, constantes que definen su obra, ¿cómo definiría usted los suyos?

¿Qué es un tema? No creo que la literatura sea una cuestión de temas. Mis relatos cuentan (sospecho) siempre lo mismo, pero no sabría decir de qué se trata. ¿Existirá entonces una constante? En ese caso no sería temática sino técnica: he tratado de construir mis relatos a partir de lo no dicho, de cierto silencio que debe estar en el texto y sostener la tensión de la intriga. No se trata de un enigma (aunque puede tomar esa forma) sino de algo más esencial: la literatura trabaja con los límites del lenguaje, es un arte de lo implícito. Esta es un poética aprendida en Faulkner, en Stendhal, en Musil: para ellos la ficción consiste tanto en lo que se narra corno en lo que se calla. En este sentido hay una frase de musii sobre El hombre sin cualidades que podría, quizás, servir para definir esto que digo: "La historia de esta novela se reduce al hecho de que la historia que en ella debería ser contada no ha sido contada".

  1. ¿Cuál sería, a su juicio, el lector ideal de su obra?

El lector ideal es aquel producido por la propia obra. Una escritura también produce lectores y es así como evoluciona la literatura. Los grandes textos son los que hacen cambiar el modo de leer. Todos nosotros trabajamos a partir del espacio de lectura definido por la obra de Macedonio Fernández, de Marechal, de Roberto Arlt.

  1. ¿Con qué interés lee lo que la crítica dice sobre sus obras? ¿Cuáles son las modalidades críticas a las que usted escucha con mayor interés? ¿Cuáles son los medios que las difunden? ¿Qué relación se establece (si es que se establece alguna) entre consagración crítica, éxito de público y calidad literaria?

Leo con el mayor interés lo que la crítica dice sobre mi obra porque un escritor que publica un libro realiza una experiencia insólita: puede leer simultáneamente un conjunto de textos críticos que lo tienen como tema. La variedad de lecturas a que puede ser sometido un mismo libro es increíble y la experiencia es muy útil para analizar el estado de la reflexión sobre la literatura en un momento determinado. Más allá de las valoraciones y de los juicios de gusto (que pueden ser coincidentes) es notable comprobar el modo en que el libro que uno ha escrito cambia y se transforma y se convierte en otro según el recorte que haga el crítico o el lugar desde donde lee. Se ve por supuesto ahí con una claridad nada común el caracter ideológico y social de la lectura. Todo crítico escribe desde una concepción de la literatura (y no solo de la literatura) y a menudo su esfuerzo consiste en enmascarar la trama de intereses que sostiene sus análisis.

En la Argentina la situación de la crítica podría ser sintetizada con estas palabras de Nabokov: "En general divido a la familia de los críticos en tres subfamilias. Primero, los comentaristas profesionales que llenan regularmente el espacio que se les asigna en los comentarios de los suplementos literarios. Segundo, los críticos más ambiciosos que cada tanto reúnen sus artículos publicados en volúmenes con títulos presuntuosamente alusivos: El país ignoto o algo por el estilo. Tercero, mis colegas escritores que critican libros que les agradan o que aborrecen, originando así muchas noticias encomiásticas y muchas oscuras enemistades". Escucho con la mayor atención a los críticos que no están emparentados con ninguna de estas familias.

Por supuesto no existe ninguna relación entre calidad literaria y consagración crítica o éxito de público. La calidad literaria es algo tan raro y difícil de encontrar que nos hemos acostumbrado a buscarla allí donde la crítica y el mercado niegan los textos o los silencian.

  1. ¿En relación con qué autores argentinos o extranjeros piensa usted su propia obra?

Uno sólo puede pensar su obra en el interior de la literatura nacional. La literatura nacional es la que organiza, ordena y transforma la entrada de los textos extranjeros y define la situación de lectura. Que yo diga, por ejemplo, que me interesa Brecht o William Gass no significa nada; habría que ver más bien desde dónde los leo, en qué trama incluyo sus libros, de qué modo ese contexto los contamina, de qué forma. puede "recibir" su escritura la lengua nacional. En el fondo uno se apropia de ciertos elementos de las obras extranjeras para establecer parentescos y alianzas que son siempre una forma de aceptar o de negar tradiciones nacionales. Dicho esto diré que trato de pensar mis textos en relación con lo que llamaría la gran tradición de la novela argentina. Una tradición que nace en Facundo, en Una excursión a los indios ranqueles, en Peregrinación de Luz del Día: libros híbridos, más o menos desmesurados, de estructura fracturada, que quiebran la continuidad narrativa, que integran registros y discursos diversos. Basta pensar en Museo de la novela de la Eterna, en Adan Buenosayres, en Los siete locos, en Rayuela, en Historia funambulesca del profesor Landormy para ver que la tradición fundamental viene de ahí. Borges se integra a su manera: miniaturiza y condensa las grandes líneas. Por eso "Pierre Menard, autor del Quijote" es su gran contribución a la novela argentina.

  1. ¿Cuáles son las cualidades más importantes en un escritor? ¿Cuáles son los escritores argentinos o extranjeros que, en su opinión, responden a este modelo?

El escritor debe ser il miglior fabbro en el sentido en que Eliot usaba esta expresión para hablar de Pound. El mejor artesano, esto es, aquel que conoce mejor que nadie la técnica: en este nivel un escritor nunca será suficientemente consciente. Esta es, sin duda, la lección de Borges: no se puede prever el destino y la importancia futura de su obra, pero es indudable que su presencia en nuestra literatura ayuda a destruir el mito de la espontaneidad y de la inocencia del escritor. Borges es, entre nosotros, il miglior fabbro: aquel que conoce como ninguno los límites y las posibilidades de su arte.

  1. ¿Vive usted de la literatura? ¿Qué otras actividades realiza o ha realizado?

Vivo de la literatura pero no de la escritura, o si se prefiere, me gano la vida leyendo. En los últimos quince años he trabajado alternativamente como asesor editorial o enseñando literatura.

Bibliografía

La invasión, Buenos Aires, Jorge Alvarez, 1967.

Nombre falso, Buenos Aires, Siglo XXI, 1975.

Respiración artificial, Buenos Aires, Pomaire, 1980.

Integró además la dirección de las revistas Literatura y sociedad y Los Libros, en las que publicó diversos trabajos críticos. Actualmente integra el consejo de dirección de Punto de Vista.

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