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La mejor tradición argentina de la militancia intelectual

SEOANE, María. "Reportaje a Ricardo Piglia. La mejor tradición argentina de la militancia intelectual". Fin de siglo Nro 10, April. 1988, pp. 51.

Published onOct 03, 2020
La mejor tradición argentina de la militancia intelectual

— ¿Cuándo se vio con Rodolfo Walsh por última vez?

— Me encontré con Walsh por casualdiad, una tarde, cerca de Constitución, en mayo o junio de 1976. Fuimos a tomar un café al viejo bar de la estación. Hacía tiempo que Walsh andaba con ganas de escribir una novela con la historia del gran reflujo del año 12: el Río de la Plata se había seca-do, o casi, y un pescador contaba como había cruzado a caballo hasta el Uruguay por el lecho seco del río y lo que había visto enterrado en la arena. La novela se iba a llamar La otra orilla, creo, y Walsh decía, en broma, que era su versión rioplatense de El viejo y el mar. Hablamos de eso, me parece, no estoy seguro porque a lo mejor se me mezcla con otra conversación anterior. Me acuerdo que el mozo que nos atendió tenía una mano defectuosa y que Walsh estaba acatarrado y puteaba contra el frío.

— ¿Qué piensa de Walsh como militante y como escritor?

— Walsh pertenece a la mejor tradición argentina de la militancia intelectual: la de Hernández, la de Alberto Ghiraldo. Era por supuesto un gran escritor: sutil, sagaz, uno de los mejores narradores de este país.

Cartas, por ejemplo, es una obra maestra y muchos de sus cuentos son de una extraña perfección. Estaba muy cerca de Borges y aprendió lo que había que aprender. la economía narrativa, la justeza del estilo, una prosa de tono bien argentino. Todos nos acordamos de La cólera de un particular, aquel relato chino o japonés de tres líneas que seleccionó cuando a varios escritores les hicieron el chiste de pedirles que eligieran el mejor cuento que habían leído en su vida. De inmediato pensé que lo había escrito él. Y eso era muy de Walsh atribuirle a un anónimo escritor chino un cuento espléndido sobre el poder y la ética personal y de paso condensar en ese relato brevísimo varios rasgos de su autobiografía. Por otro lado, Walsh introdujo un corte en la narrativa argentina: Operación masacre, ¿Quién mató a Rosendo? muestran que si se quiere politizar la literatura hay que dejar la ficción.

No le interesaba escribir novelas políticas ni hacer realismo social: trabajaba con los hechos reales, sin ficcionalizarlos. Esos libros son inclasificables y están más allá de los géneros: el relato policial, el periodismo, el ensayo, la autobiografía, el panfleto, la historia de vida se mezclan en esos textos admirables a partir de los cuales ya no se puede hablar del mismo modo, en la Argentina, de las relaciones entre política y literatura. ~

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