SEITZ, Maximiliano. "No me gusta que me pongan como imagen de la corrupción", La Nación, Buenos Aires, 27 de noviembre de 1997
Desde EE.UU., el autor de “Plata quemada” prefiere olvidar todo lo ocurrido.
Jamás les sucede a los escritores premiados. Ellos siempre festejan su distinción largamente y con efusión, y quieren que el reconocimiento se prolongue hasta la eternidad. En cambio, Ricardo Piglia preferiría olvidar que obtuvo el Premio Planeta por su novela “Plata quemada”. O, mejor dicho, arrumbar en el lugar más recóndito de su memoria las circunstancias que transformaron ese logro en una suerte de “castigo”.
La razón es que, poco después de conocerse el fallo del jurado, la revista Trespuntos tituló la nota de tapa de su número 19 con la frase “La novela del fraude. La cultura también hace trampa”.
En la ilustración de la portada aparecía el rostro de Piglia consumido por el fuego que surgía de un dólar. En las páginas interiores, la revista denunció que “Plata quemada” llegó sin escalas a finalista, violando las bases del concurso. Y como prueba de ello, señaló que la novela ya había sido negociada con la editorial y que su publicación estaba prevista para diciembre. La controversia no tardó en instalarse en el ambiente cultural.
El siguiente número de Trespuntos insistió con la acusación. Fue entonces cuando, por primera vez -y contra los consejos de sus amigos-, Piglia decidió romper el silencio. Desde la Universidad de Princeton, donde dicta clases desde hace varios años, dialogó con LA NACION acerca de este incómodo incidente.
“No me gusta que me pongan como imagen de la corrupción -se defendió-. Yo no soy responsable de la situación de la literatura argentina.” Y así puso en el tapete un problema de fondo en la cultura local: la falta de apoyo a los escritores, más allá de los concursos que reparten fajos de dólares.
-El principal cuestionamiento a su premio es que había un contrato de publicación de la novela “Plata quemada” con Seix Barral, que pertenece al Grupo Editorial Planeta, antes de que usted se presentara al certamen.
-No hubo ningún contrato de publicación de “Plata quemada” con Seix Barral, ningún acuerdo previo. Esa calumnia fue lanzada con el único propósito de insinuar que el premio estaba arreglado. Como no hay ninguna posibilidad de decir eso, salvo acusar a los jurados, se lanzó el infundio de que yo tenía la novela contratada. No soy Stephen King, no escribo folletines, no firmo contrato con fecha de entrega, no tengo “obligaciones” con un editor (en todo caso, es el editor el que tiene obligaciones conmigo). Tengo un contrato con Seix Barral para reeditar mis seis libros anteriores y ese contrato incluye una obra en marcha en la que trabajo desde hace años y que se llama “Blanco nocturno”. Ese acuerdo no tiene nada que ver con “Plata quemada”, que es un libro que empecé a escribir en 1970 y que jamás contraté con nadie. Detrás de esta infamia hay un intento de enturbiar las relaciones contractuales de los escritores con los editores e insinuar que esas relaciones son siempre inmorales.
-¿Tampoco hubo un acuerdo de palabra? El reglamento del certamen también prohibe, en la cláusula seis, las obras que tienen “prometidos” los derechos de edición.
-Ya he dicho que no existió ninguna negociación previa por “Plata quemada”. Como mis libros los publica Seix Barral, si yo no ganaba el concurso por supuesto ellos lo iban a publicar, pero entonces hubiéramos negociado un contrato.
-Sin embargo, salió un anuncio en Página/12.
-Sí. Como siempre, les había dado a leer la novela a mis amigos, entre ellos a Alan Pauls. Y cuando me preguntaron qué haría con ella, les dije que quería publicarla en diciembre. Como un favor de amigo, Alan lo dio a conocer el 21 de septiembre en el suplemento Radar, de Página/12.
-Hay más cuestionamientos. Por ejemplo, el hecho de que la novela se haya editado con tanta rapidez.
-¿Por qué no averiguan qué sucedió con los premios anteriores? En todos los casos, la novela que ganó el Premio Planeta se publicó a los pocos días de conocerse el resultado.
-Existe la posibilidad de que “Plata quemada” haya llegado sin escalas a finalista.
-No tiene sentido preguntarme eso a mí. Quizás entre los 400 libros enviados al premio y entre los diez finalistas hay muchas novelas mejores que la mía. Pero si el jurado se equivocó, no creo que sea mi responsabilidad... Aunque quizás el jurado no se equivocó ni actuó de modo inmoral y honestamente decidió que mi novela era mejor que las otras, y en ese caso debo pensar que soy acusado por el simple hecho de ser el que soy.
-¿Cómo juzga la participación de Guillermo Schavelzon, el editor de sus obras desde hace tantos años, como miembro del jurado? ¿No le quita transparencia al certamen el hecho de que él haya asumido ese papel?
-Insisto en lo mismo: me acusan a mí de algo que siempre ha sucedido y que antes de que yo ganara el concurso a todos les parecía perfecto. Schavelzon participó públicamente como jurado en las últimas ediciones del Premio Planeta. Schavelzon es mi editor (y es el editor de muchísimos escritores argentinos). Tengo conflictos con él, como los tuve con todos mis editores, porque nuestros intereses son contrapuestos. La política de un escritor es una política de conflicto y de negociación con sus editores.
-¿Pero pudo él, que lo conoce a usted muy bien, identificarlo tras el seudónimo de Roberto Luminari? ¿O tras uno de sus personajes característicos, Renzi?
-Nada me impedía mandar la novela con mi nombre. No tenía por qué mantener el secreto; no hay nada inmoral en el hecho de que mi novela fuera reconocida...
-¿Y entonces por qué el seudónimo?
-Muchos escritores reconocidos envían sus libros al Premio Planeta con su nombre verdadero. Yo lo mandé con seudónimo porque, como lo he dicho muchas veces, no estoy loco y pensé que podía no ganar y en ese caso prefería conservar el anonimato. A nadie le conté que había enviado mi novela al concurso. Solamente mi mujer lo sabía.
-De nuevo: ¿Renzi no fue la huella que identificó, por ejemplo, María Esther de Miguel -uno de los miembros del jurado- como una seña particular de Piglia?
-No es un delito ser reconocido, salvo para los vigilantes de la cultura. ¿O un escritor tiene que mandar a concurso sólo los libros que no parecen escritos por él? Que María Esther haya descubierto que la novela era mía quiere decir que los jurados no lo sabían. Lo que es presentado como una acusación debe entonces ser visto como una prueba de honestidad. María Esther de Miguel reconoció mi escritura porque sabe leer y conoce mi obra, y por supuesto ese reconocimiento es un honor para mí. La cultura se ha convertido en un bien tan escaso que parece sospechoso que un escritor que forma parte de un jurado sea capaz de reconocer la obra de un contemporáneo.
-Entonces, ¿cuál es su versión de la controversia suscitada en torno del Premio Planeta?
-El escándalo anuncia con toda claridad el futuro de la cultura argentina: difamación, ignorancia y golpes de efecto. Como era inevitable, ese procedimiento llegó también a la literatura.
-Además de un sabor amargo, ¿qué enseñanza le dejó todo esto?
-Quisiera citar una frase de James Joyce (en realidad, de su personaje Stephen Dedalus): “Ya que no podemos cámbiar la realidad, cambiemos de conversación”, y proponer como enseñanza una pequeña modificación a esa cita, que debe ser tomada como mi respuesta a este escándalo y como mi consigna secreta para sobrevivir en este oprobio: “Ya que no podemos cambiar de conversación, cambiemos la realidad”.
Opinan los libreros
El precio de “Plata quemada” oscila, según cuál sea la librería elegida, entre los $15 y los $17. La flamante novela de Piglia llegó a las vidrieras porteñas hace menos de dos semanas y, si bien no ha mediado aún demasiado tiempo, algunos libreros ya se atreven a adelantar un balance positivo de su repercusión entre los lectores. Desde las librerías Fausto, Carlos Rosas, director de la sucursal de Santa Fe al 1700, comentó a LA NACION que “Plata quemada” es el libro de ficción que “más se está vendiendo, incluida la venta de literatura extranjera”. Con respecto al conflicto suscitado alrededor del Premio Planeta, Rosas observó: “Los lectores y los libreros nos mantenemos al margen de la controversia. Lo que nos importa es leer el libro”. Una opinión similar dio Héctor Vilela, encargado de la librería Santa Fe. “La obra está más allá de las controversias. Los lectores adeptos a Piglia no son muchos, pero compran sus libros igual”, dijo. Y añadió que “Plata quemada” debe estar entre los cinco libros más vendidos. Por su parte, Fabio Sanz, encargado de compras de la librería Rodríguez, contó: “Hace pocos días que recibimos el libro y ya vendimos varios ejemplares. Pero, en años anteriores, otros premios Planeta generaron una expectativa mayor. El general, el pintor y la dama, de María Esther de Miguel, que ganó el concurso en 1996, batió récords de venta en pocos días”.